Nuevos aires en la industria eólica

La empresa gaditana Alesia Quantum crea un aerogenerador vertical para entornos urbanos y diseñado como soporte de publicidad.

ANDALUCIA/CADIZ

Lamenta la falta de respaldo público y siente que se les «empuja» a irse de Cádiz

Cádiz es el corazón eólico de España. Lo es por historia, ya que fue en Tarifa donde se instaló el primer aerogenerador en 1981, y lo es por la abundancia de este recurso natural. Desde hace tres décadas lidera la producción nacional de este tipo de energía renovable pero carece de una industria asociada a este sector. Toda la ingeniería y desarrollo se han concentrado en el País Vasco, Galicia y Madrid, mientras que en la Comunidad andaluza es prácticamente inexistente.

En medio de este desierto industrial nace Alesia Quantum y su vanguardista propuesta llamada ETHAN, un equipo de generación eólica vertical que rompe completamente con el concepto general de aerogenerador y tiene un ingenioso aprovechamiento como soporte de publicidad. «El proyecto surge de un encargo, pero lo que nos hizo dar verdaderamente el salto del plano de la ingeniería a un modelo de negocio fue la ausencia de fabricantes en Cádiz comparada con el recurso eólico disponible; tenemos profesionales con gran experiencia, I+D, necesidad y el viento, entonces, ¿por qué no crear un consorcio entre todo el conocimiento que lo explote».

De este planteamiento surgió una iniciativa de tres socios, entre ellos Jacob Jiménez, que por el camino fue reuniendo apoyos y en la actualidad cuenta con la colaboración de doce empresas de la provincia, entre ellas Quinta Ingeniería y Alesur, y el importante sello de la UCA. «Hemos procurado que todas fueran de Cádiz, para nosotros es importante, y en total podemos decir que generamos 400 empleos.

Este novedoso sistema está concebido para ubicarse en áreas urbanas, hasta el punto de ser mimetizable con el entorno, y junto a centros de consumo, como puede ser un área residencial o un polígono; y, lo más importante, a diferencia de los molinos tradicionales, éste no necesita de grandes infraestructuras de transporte ni subestaciones porque está preparado para verter electricidad directamente a la red. Tiene una potencia de 100 kilovatios, lo que equivale, por ejemplo, al triple de la energía necesaria para iluminar a toda la Avenida principal de Cádiz, según la estimación de Jacob Jiménez. Además, la producción está garantizada desde bajas velocidades de viento -no como ocurre con las grandes torres-, se adapta constantemente y funciona en paralelo a la red eléctrica convencional. «Aporta una imagen de innovación, de concienciación con las energías renovables y además permite un rápido retorno (económico)», asegura Jiménez.

Tras culminar el desarrollo y patentar el equipo, Alesia ha entrado en la fase comercial y ya tiene acuerdos con una decena de clientes, incluso con las instalaciones preparadas para únicamente realizar el montaje de la estructura. Sólo falta un paso para que la compañía pueda dar el salto al mercado: la construcción de un prototipo que materialice las simulaciones y optimizaciones realizadas en la Escuela Politécnica de Algeciras bajo la dirección de los doctores ingenieros Gabriel Ramiro Leo, una institución en el sector y precisamente padre del modelo embrionario de Tarifa, y José Melgar.

La compañía llegó a un acuerdo con una Administración para construir este modelo experimental pero la crisis ha ralentizado la ejecución y, en consecuencia, ha bloqueado el resto de contratos y el inicio de la producción en serie. Además, no quiere dar entrada a nuevos socios capitalistas porque supondría «poder perder el control del negocio». Jacob Jiménez asegura que el proyecto ha despertado gran interés en otras regiones y hasta países, pero no quieren abandonar la provincia. «Me da tanta rabia que se me esté empujando a que me vaya de Cádiz», lamenta Jiménez, que reclama el apoyo público para poder instalar la fábrica -cuyo emplazamiento podría ser el aparcamiento trasero de Delphi- y afrontar el coste del modelo experimental a través de alguna fórmula financiera, como un préstamo participativo. «Es un máquina que queremos fabricar en Cádiz y que se controlaría desde aquí para todo el mundo», asegura el empresario que no descarta la expansión internacional.

Además, el grado de innovación es tal que actualmente no existe una tipología específica en la clasificación del Ministerio de Industria. Está en un espacio, «hasta ahora huérfano», entre los aparatos domésticos y las grandes torres. Para corregir esta laguna legal, la Junta ha elevado una petición al Gobierno para que promueva un cambio legislativo para dar cobertura a estos equipos.

Noticia original: Diario de Cadiz